viernes, 14 de enero de 2011

¿Por qué me metí en esta profesión?

Oportunamente, en este momento de mi vida, me topé con el libro de Todd Duncan: Ventas de Alta confiabilidad. Aparte de cautivarme por completo hay una pregunta que hace que, oportunamente, en este momento de mi vida, resuene una y otra vez en mi cabeza y golpee mi pecho, así de fuerte es. ¿Para qué hago lo que hago? ¿para que me esfuerzo en ser mejor, para qué me tomo el trabajo todos los días de agarrar valor para pasar la puerta del primer comercio y empezar a vender? ¿Es lo que quiero? Si amo esta profesión como digo, ¿por qué hay mañanas que me cuesta tanto y quiero volver a mi casa y no salir?
Oportunamente, en este momento de mi vida, que pensé que ya estaba alineado, el problema con mi empresa me desbalanceó. Será que en realidad mis bases aun no están profundas.
Todas las veces que me hago "La pregunta" vuelvo a uno de mis primeros trabajos de ventas, a comisión. Era 1999, y me quería ir con mi entonces novia, Laura, de vacaciones. Un tiempo juntos, un tiempo solos. Decidir lo que queríamos hacer sin preocuparnos por la hora de llegada, boludear, y por supuesto, tener todo el sexo que quisiéramos. Teníamos 17 y 18 años.
Entré a trabajar en una de las jugueterías de mi ciudad para la temporada de las fiestas. Habían sacado los juguetes a la calle y a mi me tocaba estar ahí.
Eramos varios, todos pendejos nuevos, vendiendo juguetes, pero yo era una máquina. Era el que más vendía. Eran varias las razones. Era el más caradura, sabía atender a la gente, era correcto y a la vez simpático. Era rápido. Ofrecía bastante. Ya había trabajado de más chico vendiendo con mi papá. Yo hacía teatro y eso ayudaba, en fin, bastante bueno para ser solo el comienzo.
Pero había una razón más fuerte que todo eso que hacía que trabajara con más ganas: Era ella. Era el amor y las ganas que tenía de que estuviéramos juntos y para eso se necesitaba plata. Eran tantas las ganas que en marzo de ese año nos juntamos, y seguimos hasta hoy.
Creo que todas las cosas que me pasaron hicieron que me olvidara de eso. Si cuando volví a las ventas después de trabajar seis años en el rubro gastronómico lo hice por la misma razón. Quería tener el tiempo y la plata para estar con en ese entonces mi familia de tres: Eva, Laura y yo. Hoy ya somos cuatro, porque llegó Valentina.
Mi cabeza suele saturarse con más frecuencia de lo que quisiera preguntándose estupideces. Tengo muy pocas certezas en la vida y el preguntarme todo, todo el tiempo, a veces es perjudicial. Me prometieron varias veces que en esta profesión yo iba a ganar toda la plata que quisiera y que iba a poder ser toda la persona que quisiera. Eso es cierto, pero cuesta trabajo. Bastante más trabajo que si te tomás ésto como un empleo más.
Todas las mañanas cometo el error de buscar mi motivo en el futuro, pensando en lo que puedo llegar a lograr. ERROR. Los verdaderos motivos para salir y romperla están en casa, esperándome, y es una pena que a veces sea tan ciego.

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